Cuestión de vida

Estoy en una época de tránsito. ESA época.

Mi entorno más cercano está casándose y quedándose embarazado. De repente, pasas de ser un post-universitario con tu círculo de amigos, con esos que quedabas para salir, emborracharte, irte de vacaciones, emborracharte, planear cualquier escapada rural porque sí, y emborracharte. Esos con los que no hay horarios, ni preocupaciones, sólo que estuviésemos todos, que nos contásemos nuestras vidas y reir. Reir y reir, Y bueno, lo otro.

Muchos ya lo habréis sentido. Es una sensación extraña, como de que te obligan a madurar. Y no dejas de leer esos post de «El síndrome de los veintitantos», y te sientes tan identificado que te da miedo. Te obligan a hacerte mayor, a hacerte una vida y a adquirir un nivel de responsabilidad para el que muchas veces no te sientes ni con ganas ni con preparación. ¿Qué pasa, que estadísticamente o porque alquien lo dice, mi vida no vale? ¿Mi vida no entra dentro de esa categoría de «vida normal porque tienes ya 28»? Y te surge esa pregunta: ¿PERO POR QUÉ OS CASAIS? ¿Y AHORA QUÉ, EMBARAZO Y ADIÓS EMBORR…. SALIR? y esa otra, peor aún, que es la que realmente quieres preguntar a los cuatro vientos y te corroe por dentro…¿QUÉ ESTOY HACIENDO CON MI VIDA? NO ME VA A DAR TIEMPO, NO ME VA A DAR TIEMPO …

Te enfadas porque todo cambia. Te indignas, te sientes libre e independiente y te revelas contra el mundo, no quieres ser un cordero más y te esfuerzas porque todo siga igual que a los 20. Pero te das cuenta que no puede ser, porque la gente, bajo tu punto de vista, sigue esa corriente «corderil», y te resignas. Y luego llega ese otro día. El día que tu amiga se casa. De pronto lo entiendes todo. No es cuestión de corrientes, de corderos ni de independencia ni libertad, es cuestión de vida. Y lo entiendes porque la quieres, porque entiendes que eso le hace feliz, y de repente a ti también. Es ese momento en el que te enseña el que va a ser su vestido, y te pregunta: ¿te gusta?. Cómo no me va a gustar, si vas a estar preciosa. Y todo vuelve a cambiar, y ahora tu mayor preocupación es que su día salga perfecto, y quieres participar en todo y te pones nerviosa cada vez que te cuenta cualquier detalle. Y sabes que su elección es la buena, porque ella sabe mejor que nadie que es la mejor para ella, ¿cómo te vas a atrever a ponerlo en duda?, tiene que ser así, y así será.

Mi conclusión de todo este batiburrillo de emociones y medición de momentos es que nada es mejor ni peor. Las cosas son, y son según cada uno. Los momentos no se miden, no hay mejores o peores, todo es vida, y cada uno la vive como le viene. Y la vida, al fin y al cabo, es corazón, que es el que me gusta que mande, y el que al final siempre lo hace. ¿Qué vas a hacer contra eso? Si es cuestión de corazón, no puede ser malo.

Yo mientras tanto disfrutaré del momento de mi amiga, que me hace inmensamente feliz que quiera estar compartiéndolo conmigo. Y cuando el corazón diga que el momento ha llegado, como nos pasará a todos, no pensaremos en tiempos ni en corrientes, porque la vida es así.

Gracias Gali.

Por el principio, para principiantes

De tierra pura y fértil, de aire limpio y renovador. De encinas para trepar, caerse y volver a trepar.

De tierra de puentes de antaño que dejan paso a ríos caudalosos, por donde cruzaron conquistadores dejando huella.

De tierra de caminos de plata que llevan a sus caminantes hasta catedrales. Caminantes que pasan, saludan y se van … y a veces se quedan prendados de esa tierra.

De tierra de gente buena, de gente sencilla, de gente de verdad. Gente que te quiere y que se quieren, y que quieren a esa tierra por encima de todo. Esa gente que siempre vuelve, se vaya donde se vaya. Y que toca esa tierra fértil, que respira ese aire limpio y se renueva cada vez que pisa. Que se baña en esos ríos caudalosos y sigue las huellas de los conquistadores por esos puentes de postal.

De esa tierra y de esa gente vengo. Igual que todos esos que nos fuimos y que la añoramos cada día, y que volvemos, porque el camino a casa es el más bello … De esos soy, de esos que, llegando al puerto, bajan la ventanilla para embriagarse del aroma de los eucaliptos, curva tras curva. Y se que ya estoy en casa, y mi mente descansa.

De esa tierra donde atrochamos, usamos calzonas y vamos «en ca`» la dueña de la casa. Y cuando nos vamos, conseguimos que esos que no son de esa tierra, usen nuestras trochas y acaben poniéndose nuestras calzonas, mucho más cómodas que sus «pantalones cortos».

Porque como dice un sabio, «uno es los caminos recorridos, los lugares del amor, el lugar donde uno ha enterrado su ombligo».

Os invito a que conozcáis esa tierra, que es la mía. Y bienvenidos a mi blog. Comenzamos.